Validar Emociones vs. Validar Conductas: los Límites de la Validación en Relaciones por Koncha Pinós

La validación emocional es un concepto fundamental en la psicología, en especial cuando se trata de construir relaciones saludables y efectivas. Sin embargo, existe una distinción clave que debe entenderse profundamente: validar emociones no es lo mismo que validar conductas. Aunque toda experiencia humana puede y debe ser validada, no todas las conductas son dignas de validación. En este contexto, la validación se convierte en una herramienta poderosa para reconocer la humanidad del otro, pero también debe ser un proceso discernido que no valide lo inaceptable o lo dañino.

Es importante comprender que no todo en una relación debe ser tolerado o aceptado. La validación de las emociones implica reconocer los sentimientos de una persona como válidos, independientemente de si compartimos o no esos sentimientos. En cambio, validar conductas puede implicar aprobar actitudes o comportamientos que no necesariamente son saludables o respetuosos. En este sentido, el verdadero trabajo de la validación no solo radica en reconocer las emociones, sino en discernir cuándo una conducta o una situación debe ser rechazada porque es inaceptable, manipuladora o destructiva.

El Límite de la Validación: ¿Qué es lo Invalidable?

Cuando validamos las emociones de alguien, estamos reconociendo que esa persona tiene derecho a sentir lo que siente. Las emociones son respuestas naturales ante experiencias y, aunque no siempre sean racionales, son parte de lo que nos hace humanos. Sin embargo, las conductas que surgen como respuesta a esas emociones no siempre son válidas ni justificables.

El problema radica en que, en algunas relaciones, especialmente en aquellas que son tóxicas o manipuladoras, se confunde la validación de las emociones con la validación de conductas inapropiadas. Aquí es donde debemos discernir lo que es aceptable y lo que no lo es. La clave está en entender que validar una emoción no significa aprobar o aceptar comportamientos dañinos.

Por ejemplo, si una persona expresa su frustración porque no logra conseguir algo que quiere, su frustración puede ser válida. Sin embargo, si esa frustración se manifiesta a través de un comportamiento agresivo o despectivo hacia los demás, validar la emoción no implica validar la agresividad en la conducta. Aquí se debe poner un límite a lo que se permite y aceptar que ciertas conductas son inaceptables.

El Daño de la Invalidación: Ignorar, Suprimir y Manipular

Cuando una persona no valida nuestras emociones, se genera un profundo daño psicológico y emocional. La invalidación de los sentimientos es una de las formas más destructivas de interacción, porque niega a la persona el derecho a sentir de manera auténtica.

Existen diversas formas de invalidación que son particularmente dañinas, y es importante reconocerlas para protegerse de relaciones destructivas:

Respuestas erráticas: Cuando la persona te responde de forma incoherente, confusa o evasiva, ignorando lo que realmente has expresado. Este tipo de respuesta genera frustración y un sentimiento de ser incomprendido o ignorado.
Ignorar: El silencio o la falta de atención es una forma de invalidación profunda. Cuando se ignoran las necesidades o emociones del otro, el mensaje implícito es que esas emociones no importan y que no tienen valor. Esto puede hacer que la persona se sienta invisible, irrelevante o no digna de ser escuchada.
Suprimir: Esto ocurre cuando se minimizan o se descartan las emociones de alguien con frases como «no deberías sentirte así» o «no es tan importante». Esta forma de invalidación niega la legitimidad de las emociones de la otra persona.
Manipular: Las conductas manipuladoras se basan en distorsionar las emociones o la realidad del otro para obtener un beneficio personal. Esto puede incluir tácticas como el gaslighting (hacer que alguien dude de su propia percepción de la realidad) o hacer que la otra persona se sienta culpable por tener emociones o necesidades legítimas.
Promesas incumplidas: Cuando se promete algo y no se cumple, se está invalidando la confianza del otro. Las promesas no cumplidas pueden generar sentimientos de decepción, abandono o traición, y la falta de fiabilidad daña la conexión emocional.
Negar el derecho a ser diferente: Una forma de invalidación particularmente dolorosa es cuando se niega al otro el derecho de ser diferente, pensar diferente o sentir de manera diferente. Esto es común en relaciones donde una de las partes busca imponer su visión del mundo, limitando la autonomía y la expresión individual del otro.

Las Relaciones Invalidantes: Un Modelo Tóxico de Convivencia. Existen relaciones que se fundamentan en la invalidación constante de las emociones y necesidades del otro. En estas relaciones, una de las partes (o ambas) niegan el derecho a ser diferente, pensar diferente y sentir diferente. La invalidación de los más íntimos—es decir, el rechazo o descalificación de las emociones más profundas y personales—es una de las formas más dolorosas de abuso emocional. En estas dinámicas, las personas involucradas se sienten constantemente descalificadas y humilladas por ser quienes son.

Este tipo de relación puede darse en varios contextos: en la pareja, en la familia o en el trabajo. En una relación de pareja, por ejemplo, uno de los miembros puede sentir constantemente que sus necesidades emocionales son ignoradas, que sus opiniones no son escuchadas y que sus sentimientos son minimizados o despreciados. En estos casos, el amor y el respeto se ven reemplazados por una constante lucha por mantener la dignidad emocional.

En el trabajo, la invalidación se puede manifestar cuando un jefe o compañero de trabajo ignora las contribuciones de una persona, minimiza sus logros o, peor aún, manipula la situación para su propio beneficio. Este tipo de ambiente laboral tóxico genera estrés, ansiedad y una disminución significativa en la motivación y productividad.

No Validar lo Inaceptable: El Límite de la Tolerancia. Es esencial reconocer que nunca debemos validar lo que no es válido. No se trata solo de reconocer y comprender las emociones de los demás, sino de asegurarse de que nuestras propias emociones y límites sean respetados. En situaciones donde las conductas son destructivas, abusivas o manipuladoras, es crucial no aceptar lo inaceptable.

La autocompasión puede ser útil cuando estamos pasando por momentos difíciles, pero no debe utilizarse como una justificación para aguantar conductas perjudiciales o tóxicas. La autocompasión no implica tolerar abusos o injusticias, sino más bien, dar un paso atrás y evaluar si la situación está siendo respetuosa con nosotros mismos. En lugar de usar la autocompasión para quedarnos en una situación dañina, debemos aprender a establecer límites claros y saludables.

Ejemplos Prácticos: Relación de Pareja y Trabajo

Ejemplo 1: En una Relación de Pareja. Imaginemos que una pareja se encuentra discutiendo sobre el manejo del dinero. Uno de los miembros expresa su frustración porque siente que las decisiones no se están tomando de manera colaborativa, mientras que el otro responde con evasivas y descalificaciones. En este caso, la respuesta del segundo miembro de la pareja podría ser algo como: «Estás exagerando, no deberías preocuparte por eso». Esta es una forma de invalidación de las emociones del primero, pues sus preocupaciones son minimizadas.

La respuesta más adecuada en este caso no sería simplemente validar la emoción (lo cual sería correcto), sino también validar que la frustración es legítima pero que la respuesta defensiva no lo es. La conducta del segundo miembro es errónea, y debe ser abordada. Decir algo como «Entiendo que te sientas frustrado, pero minimizar mis preocupaciones no ayuda. Podemos trabajar juntos para encontrar una solución» es una forma de mantener la validación emocional sin aceptar la conducta inapropiada.

Ejemplo 2: En las Sociedades y el Contexto Social. En una sociedad, las dinámicas de validación e invalidación no solo se dan a nivel interpersonal, sino también a nivel colectivo y cultural. Un ejemplo significativo de invalidación a gran escala se observa en las sociedades que marginan o estigmatizan ciertos gruposbasados en características como género, etnia, orientación sexual o estatus social.

Ejemplo de Invalidación a Nivel Social: Movimientos por los Derechos Civiles. Imaginemos una situación en la que un grupo de personas, como los activistas por los derechos de las mujeres o los derechos de la comunidad LGBTQ+, luchan por la igualdad de derechos. A lo largo de la historia, estas comunidades han sido constantemente invalidadas socialmente, ya sea a través de la negación de su derecho a existir libremente, a tener voz en los espacios públicos, o a acceder a los mismos derechos que otros miembros de la sociedad.

Una forma de invalidación social se manifiesta cuando las voces de estos grupos son ignoradas o cuando sus necesidades son sistemáticamente desatendidas. Por ejemplo, durante décadas, las mujeres lucharon por el derecho al voto en muchos países. El hecho de que sus demandas fueran minimizadas por figuras políticas o que incluso se las tratara de «exageradas» o «irracionales» fue una forma de invalidación emocional y social. Esta invalidación no solo ignoraba las emociones de frustración, rabia o impotencia de las mujeres, sino que además negaba la legitimidad de sus demandas.

Hoy en día, muchas sociedades siguen invalidando a las comunidades marginalizadas de diversas formas. En muchos países, las personas racializadas siguen enfrentando una desvalorización de su identidad, sus emociones y sus experiencias. Si, por ejemplo, una persona de color denuncia un incidente de racismo, y la respuesta predominante de la sociedad es el escepticismo o el negarlo («Eso no fue racismo, debes haberlo interpretado mal»), lo que está ocurriendo es una invalidación de sus emociones y su vivencia. En lugar de reconocer su experiencia como válida, se les está diciendo que su realidad no tiene valor, que sus emociones no son legítimas.

La Invalidación Social en la Política. Otro ejemplo se puede observar en la política. En algunas sociedades, los gobiernos o partidos políticos pueden invalidar las emociones y necesidades de grandes grupos de personas mediante políticas que niegan sus derechos o los sumergen en la pobreza, la desigualdad y la opresión. Si, por ejemplo, un gobierno promueve políticas que afectan negativamente a comunidades vulnerables, como recortes en la atención sanitaria o en programas de bienestar social, invalidan las necesidades emocionales y físicas de aquellos que dependen de estos servicios. Cuando los afectados por estas políticas expresan su frustración, temor o ansiedad y se les responde con indiferencia o incluso con desdén, como si sus sentimientos fueran no justificados o exagerados, esto se convierte en una forma de invalidación masiva.

En estos casos, no solo se invalida una emoción individual, sino una experiencia colectiva. Las sociedades que ignoran o suprimen las necesidades de ciertos grupos están enviando el mensaje de que esos grupos no merecen ser escuchados, que sus emociones no son válidas y que sus luchas no tienen valor.

Los Efectos de la Invalidación Social. La invalidación a nivel social tiene efectos devastadores. Cuando las personas o grupos sienten que su existencia, sus sentimientos o sus derechos no son validados, esto puede dañar su salud mental, su autoestima y su sentido de pertenencia. La constante invalidación puede llevar a un sentimiento de desesperanza, alienación e impotencia. Además, a nivel colectivo, este tipo de invalidación contribuye a la polarización social y al aislamiento entre grupos, perpetuando las divisiones y la discriminación.

Es esencial reconocer que la invalidación social no solo es un fenómeno destructivo a nivel individual, sino que también tiene un impacto profundo en la cohesión social y en la salud mental de las comunidades. Las políticas públicas y las estructuras sociales deben ser conscientes de la necesidad de validar las experiencias y emociones de todos los miembros de la sociedad, especialmente aquellos que históricamente han sido marginados. Solo a través de un reconocimiento auténtico de las emociones, necesidades y derechos de todos, se puede construir una sociedad más justa, inclusiva y saludable.

Validar lo que es Justo y Necesario: El Desafío de la Sociedad. El proceso de validación social debe ser un acto consciente, donde se reconozcan no solo las emociones de las personas, sino también las estructuras de poder y opresión que existen dentro de la sociedad. Validar las luchas colectivas de aquellos que han sido históricamente excluidos o silenciados implica no solo escuchar sus voces, sino también actuar para garantizar que sus derechos sean reconocidos y respetados.

Esto requiere un esfuerzo continuo para discriminar lo que es justo y necesario de lo que es dañino y destructivo. En sociedades que promueven la igualdad, la justicia y el respeto, las emociones y las demandas de los grupos sociales no solo deben ser escuchadas, sino también validadas y abordadas de manera efectiva.

En resumen, la validación a nivel social es un componente esencial para la creación de una sociedad equilibrada, en la que cada individuo se sienta reconocido y respetado. Cuando una sociedad falla en validar las emociones, necesidades y derechos de ciertos grupos, las consecuencias son profundas, no solo a nivel individual, sino también a nivel colectivo, perpetuando la división y la injusticia. Por lo tanto, validar lo que es justo y necesario debe ser un imperativo moral en la construcción de una sociedad más inclusiva y respetuosa.

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