La atención temprana en familias neurodivergentes: un viaje de descubrimiento y amor Por Koncha Pinos

Recuerdo la primera vez que vi a una familia neurodivergente entrar en mi consulta. Eran una madre y su pequeño hijo, sus ojos llenos de preguntas, dudas y amor. En ese momento supe que no solo estaba acompañando a un niño en su viaje hacia el desarrollo, sino también a una familia entera en su proceso de transformación. El diagnóstico de neurodivergencia no solo afecta a quien lo recibe, sino que teje nuevos caminos en cada miembro del entorno familiar. Cada desafío se convierte en una oportunidad para descubrir, para crecer y para amar de formas que antes eran impensables.

La atención temprana es, para mí, una puerta que abre infinitas posibilidades. Cuando hablamos de neurodivergencia, no estamos hablando de un «problema» a solucionar, sino de una forma única de ver y sentir el mundo, de una inteligencia y sensibilidad que a menudo no sigue las normas convencionales. Por eso, la atención temprana no es una solución rápida, sino una conversación, un diálogo constante entre profesionales, familias y el niño o niña. Es la oportunidad de nutrir esas capacidades diferentes, de reconocer que lo que llamamos diversidad es, en realidad, la riqueza más profunda de la humanidad.

El primer paso en este viaje es la escucha. La escucha atenta, sin juicios, donde cada pequeño detalle, cada gesto, cada palabra no dicha cuenta. El diagnóstico temprano es solo un fragmento de una historia más grande que debemos escuchar con el corazón. A veces, los padres sienten miedo. Es un miedo legítimo, porque enfrentarse a lo desconocido puede ser abrumador. Pero en ese miedo también existe un profundo amor, una valentía silenciosa que mueve montañas. Y es aquí donde comenzamos a trabajar, no desde las soluciones, sino desde el acompañamiento, desde el cuidado del alma de esa familia.

Trabajamos desde un enfoque multidisciplinario, porque entendemos que la neurodivergencia es compleja y rica en matices. Involucramos a terapeutas, psicólogos, educadores y, sobre todo, a los padres y madres. Cada intervención no es una simple herramienta técnica; es una estrategia de amor, una manera de acercarnos a la naturaleza única de ese niño. Creamos programas personalizados que respeten su ritmo, que celebren sus logros y que, sobre todo, les permitan sentirse vistos, aceptados y queridos tal y como son.

Es fundamental también entender que la atención temprana no solo se enfoca en el niño o niña, sino en la familia como un todo. Los padres son los primeros y más importantes terapeutas, y su bienestar emocional es crucial para el éxito del proceso. He visto familias transformarse al recibir el apoyo adecuado. He visto madres y padres que, al recibir la guía necesaria, encuentran en la neurodivergencia una nueva forma de conexión con sus hijos, y también consigo mismos. Descubren que lo que en un principio parecía un desafío insuperable se convierte en una oportunidad para amar más profundamente.

En mi experiencia, uno de los elementos más poderosos de la atención temprana es el empoderamiento de las familias. Empoderar no significa dar soluciones listas, sino entregar herramientas, confianza y el conocimiento necesario para que los padres puedan enfrentar cada reto con esperanza y seguridad. Es crear una red de apoyo que va más allá de lo clínico, y que abarca lo emocional, lo espiritual y lo social. Se trata de generar un entorno donde el niño pueda florecer, y donde la familia pueda encontrar paz y sentido en su propio camino.

Y, finalmente, la atención temprana es también un acto de esperanza. En cada intervención, en cada sesión de terapia, hay una semilla de esperanza plantada. Cada pequeño avance, cada nuevo logro es un recordatorio de que, aunque el camino pueda ser difícil, la belleza de la neurodivergencia radica en su capacidad de sorprendernos, de desafiarnos a pensar más allá de lo convencional y de inspirarnos a ser mejores seres humanos.

La neurodivergencia no es una carga, es un llamado a mirar el mundo con otros ojos. En el trabajo con estas familias, he aprendido que la diversidad no solo enriquece a quienes la viven, sino también a quienes los acompañamos. A través de este trabajo, he descubierto que la verdadera atención temprana no se trata solo de terapias y estrategias, sino de amor, de comprensión y de la profunda creencia en el potencial de cada ser humano.

Acompañar a una familia neurodivergente es un privilegio. Es ser testigo de la resiliencia, la ternura y el inmenso poder transformador del amor incondicional. Y cada día, me siento agradecida de poder caminar junto a estas familias en su viaje único y profundamente humano.

Koncha Pinós para The Wellbeing Planet. Master Neuropedagogia e Inteligencias Multipels en Edad Temprana.  Diplomado en Trauma y Movimiento. Autora de La Belleza de Ser Bueno. 

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