A Granada, nuestra Granada a su Granada por Koncha Pinós
( en memoria a todos los fusilados, desaparecidos y asesinados injustamente)
Creer que nuestra vida no esta determinada por el otro es terrible. Los otros que nos precedieron están grabados a fuego en nuestro inconsciente familiar y colectivo. La sombra, el silencio, lo no resuelto nos atenaza como una red invisible.
La aparición de la neurociencia nos ha hecho plantearnos el valor de resolver clínicamente la memoria intergeneracional para que la historia no se repita. La negación del otro, la supresión, la cancelación de todo aquello que no nos gusta es la forma más directa a volver a repetirlo.
Hoy he paseado por los muros del cementerio de Granada, mi Granada, nuestra Granada, y he visto sus tremendos disparos en la memoria histórica. Allí están las balas de todos aquellos que rezan en sus muros.
Como pueden afectar los asesinatos, las torturas, las desapariciones forzadas a las generaciones posteriores, que tiene que decir la neurociencia de eso. Cualquier experiencia que sucede en nuestro linaje afecta a la expresión de nuestros genes. Haciendo que se activen o se ignoren ciertos procesos. Muchas de nuestras reacciones, no son nuestras sino del otro- el ausente- que encarnamos. Huellas, sesgos ancestrales, tendencias, patrones, disposiciones que construyen nuestro bagaje inconsciente.
La herencia de una persona no es solo la física, sino la psíquica, afectiva de toda la generación que vivió una experiencia. Una estructura que permanece repitiéndose hasta que sea sanada y comprendida. Cualquier cosa silenciada permanece en la tribu y se transmite a toda la generación. Un trauma como asesinatos colectivos, afectan al menos a dos o tres generaciones directas y se pueden expresar en forma de síntoma incluso en cinco generaciones posteriores.
Que es lo que no queremos entender de la palabra trauma…
Infeliz aquel que cree que nace de la nada, y que no debe nada a nadie. Somos parte de sistemas familiares, tribales, culturales, generacionales. Cualquier cosa silenciada en el sistema pasa al inconsciente. Entre el silenciado y la persona se transfieren las cargas de todo ese bagaje, que no son exactamente suyas, pero que le toca elaborar.
El trauma no es jamás individual, es siempre intergeneracional, las cargas de todos los eventos silenciados afectan a la manera como nos relacionamos. la culpa, la vergüenza, la depresión, el horror, la desgracia, la muerte. Todos esos contenidos mentales quedan grabados en el sistema de forma impronunciable, como algo que clama ser dicho.
A lo largo de las generaciones aquello que se silencio, lo innombrable, lo impensable, lo inaccesible, ya no se puede representar ni verbal, ni física, ni emocionalmente, se ha reprimido y ha condenado a la persona a la disociación traumática. Lo importante no es tanto el contenido mental en si mismo, que siempre es inconsciente, sino como se expresa y como se transmitió. Recordar, repetir, reelaborar, son tres palabras sagradas en la psicología, que nos ayudan mediante la presentación de sistemas a hacer consciente lo no dicho.
Mi intención es exponer la importancia de sanar las memorias históricas, no solo como vías de reparación justa, sino como abrir posibilidades a la expresión de lo no dicho. Hacernos responsables de nuestras cargas, de nuestros contenidos mentales, de nuestra sombra y de nuestro legado. Es poner hilo en la aguja del inconsciente. La idea de que pertenezco a la segunda generación de esos fusilados, desparecidos y asesinados me define. Sus ausencias me definen. Les invito a todos a que permitan que los suyos aparezcan, a recuperar a sus desaparecidos, a elaborarlos para poder salir adelante.
Reparar la memoria histórica es igual a liberar los vínculos de nuestro inconsciente. Les agradezco enormemente a todos aquellos que ofrecen a otros la oportunidad de hacerlo.