El Impacto de los Espacios Verdes en la Atención Temprana: Un Mundo de Sensaciones por Koncha Pinós

Cuando observamos a un niño pequeño en medio de la naturaleza, algo mágico sucede: su rostro se ilumina, su curiosidad florece y sus sentidos se despiertan de una forma que no vemos en otros entornos. Las hojas crujen bajo sus pies, el viento acaricia su piel, y los sonidos de los pájaros parecen contar historias. Este encuentro con la naturaleza no es solo un momento de diversión, sino una oportunidad clave para el desarrollo en la atención temprana.

En la primera infancia, los niños exploran el mundo a través de los sentidos. Y no hay lugar más rico en estímulos sensoriales que un entorno natural. Los espacios verdes no solo ofrecen aire fresco y libertad para moverse, sino que nutren el desarrollo cognitivo, emocional y físico de los niños de una manera única. En este artículo, exploraremos cómo los espacios verdes, a través de las sensaciones que ofrecen, impactan positivamente en la atención temprana y por qué deberíamos priorizar su inclusión en la vida cotidiana de los más pequeños.

Naturaleza y sentidos: una conexión ancestral

Desde tiempos ancestrales, los seres humanos hemos estado conectados con la naturaleza. Nuestros sentidos están diseñados para interactuar con el entorno natural, y es en ese contexto donde nuestra percepción se afina y nuestra mente se expande. Para los niños pequeños, cuyos sentidos están en plena fase de desarrollo, el contacto con los espacios verdes es una fuente inagotable de aprendizaje.

Cuando un niño entra en contacto con la naturaleza, todos sus sentidos se activan simultáneamente. El simple acto de caminar descalzo sobre la hierba le permite sentir diferentes texturas; observar cómo el viento mueve las hojas en los árboles despierta su capacidad de asombro; oler las flores o la tierra mojada estimula su sistema olfativo; y escuchar el murmullo del río o el canto de los pájaros le enseña a agudizar su audición.

Estos momentos no son simples interacciones sensoriales. Cada una de estas experiencias construye y refuerza conexiones neuronales en su cerebro, moldeando su capacidad para observar, concentrarse, aprender y regular sus emociones. La naturaleza es, en muchos sentidos, el primer maestro de un niño.

El impacto de las sensaciones en el desarrollo emocional

Uno de los efectos más poderosos que tienen los espacios verdes en la atención temprana es su capacidad para regular las emociones de los niños. Los entornos naturales, con su ritmo suave y armonioso, ofrecen un descanso emocional que los entornos urbanos muchas veces no pueden proporcionar. El simple acto de estar al aire libre, rodeado de verde, calma la mente de un niño, reduce el estrés y facilita un estado de atención plena.

Para los más pequeños, cuyas emociones suelen estar a flor de piel, este equilibrio emocional es crucial. Los espacios verdes actúan como un regulador natural de sus estados emocionales, permitiéndoles canalizar la energía excesiva o relajarse cuando están ansiosos. Los estudios han demostrado que los niños que pasan tiempo regularmente en entornos naturales tienen una mayor capacidad de autocontrol y menos episodios de irritabilidad que aquellos que crecen en entornos urbanos cerrados.

Por ejemplo, un paseo por el parque puede ser el remedio perfecto para un niño que se siente frustrado o agobiado. Al estar en contacto con la naturaleza, los niños aprenden a gestionar mejor sus emociones, desarrollando una mayor resiliencia emocional, lo cual es clave en la atención temprana.

Despertar los sentidos para aprender mejor

La naturaleza tiene una capacidad única para estimular los sentidos de los niños, y esto está directamente relacionado con su capacidad para aprender. Los primeros años de vida son una etapa crítica para el desarrollo cognitivo, y los espacios verdes proporcionan un entorno lleno de oportunidades sensoriales para aprender de manera espontánea.

Un paseo por el bosque, por ejemplo, puede convertirse en una clase de ciencias naturales sin necesidad de pizarras o libros. Mientras caminan, los niños pueden tocar las diferentes texturas de las hojas, observar los patrones en la corteza de los árboles, y comparar los colores de las flores. Este tipo de aprendizaje, basado en la exploración sensorial, es mucho más profundo y significativo que simplemente observar imágenes en un libro.

Además, los estudios han demostrado que los niños que interactúan con entornos naturales desarrollan una mejor capacidad de atención y mayor creatividad. Esto se debe a que los espacios verdes estimulan la imaginación y el pensamiento crítico de manera orgánica, sin las distracciones de los entornos digitales o urbanos. La atención sostenida es una habilidad clave que se desarrolla en la primera infancia y que se ve fortalecida por las experiencias sensoriales en la naturaleza.

Movimiento y salud física: una relación natural

Los espacios verdes no solo proporcionan un lugar de calma y aprendizaje sensorial, sino que también ofrecen a los niños la oportunidad de moverse libremente. En la primera infancia, el movimiento es esencial para el desarrollo físico. Correr, saltar, trepar, y explorar el entorno natural permite a los niños desarrollar habilidades motoras gruesas y finas.

El movimiento en la naturaleza es mucho más que ejercicio físico. Es una oportunidad para que los niños desafíen sus límites, exploren sus cuerpos y mejoren su coordinación y equilibrio. Los árboles se convierten en desafíos para escalar, los riachuelos en obstáculos para saltar, y las colinas en terrenos para rodar y descubrir la gravedad. A través de estos movimientos, los niños no solo mejoran su condición física, sino que también aprenden sobre el mundo que los rodea de manera práctica y vivencial.

A su vez, el movimiento físico en la naturaleza promueve la liberación de endorfinas, lo que contribuye a un estado de ánimo positivo y a una mayor predisposición para el aprendizaje y la concentración.

La importancia de la naturaleza en el bienestar familiar

Los espacios verdes no solo benefician a los niños individualmente, sino que también son un lugar donde se fortalecen los vínculos familiares. Pasar tiempo en la naturaleza con nuestros hijos ofrece la oportunidad de desconectar de las distracciones tecnológicas y reconectar entre nosotros. Una caminata en familia, un picnic bajo un árbol o una tarde jugando en un parque son momentos de calidad donde los padres y los hijos pueden interactuar de manera genuina y plena.

Estos momentos compartidos en la naturaleza no solo fortalecen el vínculo afectivo entre padres e hijos, sino que también proporcionan a los niños una base emocional segura. Al sentir que sus padres están presentes y conectados con ellos en estos entornos, los niños desarrollan una mayor sensación de confianza y seguridad, lo que a su vez impacta positivamente en su desarrollo emocional y cognitivo.

Cómo incorporar la naturaleza en la atención temprana

Dado el impacto positivo que los espacios verdes tienen en la atención temprana, es fundamental buscar maneras de incorporar la naturaleza en la vida cotidiana de los niños. No siempre es necesario vivir cerca de un bosque o tener acceso a grandes extensiones de naturaleza. Existen muchas formas simples y efectivas de integrar la naturaleza en la vida diaria de un niño, sin importar el entorno en el que vivan.

  • Parques urbanos: Si vives en una ciudad, aprovecha los parques y espacios verdes locales. Haz que las visitas al parque sean parte de la rutina diaria o semanal.
  • Jardines en casa: Si tienes acceso a un jardín o balcón, crea un pequeño espacio verde donde los niños puedan plantar flores o vegetales. Participar en el cuidado de las plantas les enseñará sobre los ciclos de la naturaleza y les proporcionará una sensación de logro.
  • Exploración sensorial: Anima a los niños a interactuar con los elementos naturales, como recoger hojas, sentir la textura de las piedras o escuchar el sonido de los insectos. Fomenta su curiosidad y asombro por el mundo natural.
  • Actividades al aire libre: Siempre que sea posible, realiza actividades al aire libre. Desde leer un cuento bajo un árbol hasta hacer una merienda en el parque, cualquier excusa es buena para estar en contacto con la naturaleza.

La naturaleza como aliada en la atención temprana

Los espacios verdes, con su riqueza sensorial y su capacidad para equilibrar el cuerpo y la mente, son un aliado invaluable en la atención temprana. A través de la naturaleza, los niños aprenden a conectarse con sus sentidos, a regular sus emociones, y a desarrollar habilidades físicas y cognitivas esenciales para su crecimiento.

Como padres y cuidadores, debemos valorar el poder de estos entornos y priorizar el contacto regular con la naturaleza en la vida de nuestros hijos. En la conexión con los espacios verdes no solo les proporcionamos un lugar para jugar, sino un entorno donde puedan explorar, aprender y florecer de manera integral.

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Koncha Pinós para The Wellbeing Planet. Master Neuropedagogia e Inteligencias Multipels en Edad Temprana.  Diplomado en Trauma y Movimiento. Autora de La Belleza de Ser Bueno. 

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